


Aracne

Déjame entrar

LA INOCENCIA PERVERSA
Lo primero que vi del trabajo de Laura fue una gran mancha negra rugosa en la base de un lienzo cubierto de flores en el fondo. Aún no se había materializado la niña que luego aparecería con una mirada muy dulce pero llena de arrogancia, amenazante pero castigada, poderosa pero insignificante.
Había también otras niñas, ¿quizás las niñas de los cuentos? ¿Eran niñas exorcizadas, corrompidas, perversas? ¿Por qué todas ellas surgían de un entorno asfixiante, amenazante, claustrofóbico? ¿Eran niñas seducidas o seductoras? ¿Se trataba tal vez de un poder femenino aún no descubierto en su plenitud, agazapado tras unos ojos suplicantes de ternura?
Esa unión de opuestos me hizo comprender la metáfora que Laura trataba de expresar. La gran mancha negra y rugosa y los fondos inquietantes de sus cuadros querían expresar su visión de la sociedad, que corrompe y contamina la inocencia. Las niñas representaban al ser humano esencial, auténtico, incontaminado y puro que se va metamorfoseando al contacto con un universo tóxico.
Técnicamente, la obra de Laura refleja esa ambigüedad que supone la mezcla aditiva y opuesta de elementos plásticos. Sus niñas son fotografías planas intervenidas, envueltas en entornos muy texturados y ruidosos. Ese contraste tiene que ver con su universo iconográfico: Caperucita y el lobo, Aracne, Venus, etc. donde se repite la relación de extremos que Laura lleva a sus lienzos.
Y a partir de ahí siguen surgiendo más preguntas sobre el mundo interior de esta pintora, que ha elegido comunicarse a través de esas maravillosas niñas malas…
María Jesús Aragoneses Cañas
Junio 2011
Junio 2011